Tengo el placer de compartir un trabajo de Carlos Bogossian, Director Gerente en Traslasierra Noticias. Uno de los tantos interesados y dedicados a la búsqueda y difusión de la historia de la región de Traslasierra, con el afán de movilizar la Memoria Colectiva y entregar a los lectores publicaciones teñidas de identidad.
Carlos Bogossian desarrolla este trabajo a través de tres temas: Campaña de la sierra: el inicio del terror sistemático en la historia Argentina, Traslasierra insurreccionada y por último Salvajes unitarios.
Mi agradecimiento por sumarse a los objetivos de IDENTIDAD POCHANA promoviendo entre todos la cultura del oeste cordobés.
Derrotado el brigadier General Bustos en San Roque,
el 22 de abril de 1829 se generalizó la insurrección contra José María Paz en
todo el territorio provincial, y las guerrillas federales fundamentalmente en
nuestro oeste no dieron tregua a las partidas pazistas. Se sucedieron los
fusilamientos y Paz obtuvo, por parte de la legislatura, facultades
extraordinarias en agosto de 1829, librándole las manos para materializar la
campaña más sangrienta del siglo en Córdoba y el inicio del terror sistemático
en la Argentina y sus guerras civiles
Los unitarios justificaban el terror por la
necesidad de mantenerse contra una población hostil, que en el caso de
Traslasierra, venia marcando claramente su fuerte acervo federal y su profundo
rechazo a las fuerzas federales enviadas desde Córdoba. Pese al envío de
distintas unidades y de algunos de sus más experimentados jefes, el oeste
cordobés seguía en rebelión contra el nuevo orden instalado en la provincia
tras La Tablada. El mismo Paz dejó bien en claro en sus memorias la valiente
resistencia transerrana de gauchos montoneros, con poca experiencia en batalla
pero sobrados de coraje y pasión por su causa contra las experimentadas tropas
que habían pasado en muchos casos por las batallas de la independencia y hasta
la guerra con el Brasil
Paz, el General, el estratega experimentado,
rápidamente entendió que sus victorias y su poder estarían amenazados y en
riesgo siempre que en su retaguardia estuvieran vivas las fuerzas federales y
el fantasma de Facundo.
En nuestro valle, no había fantasmas, había una
región insurreccionada y en pie de guerra para defender una causa, aún ante el
terror y la superioridad enemiga.
General Jose Maria Paz
Paz nació hijo de criollos; su padre fue José Paz y
su madre Tiburcia Haedo. En 1804 ingresó como interno en el Seminario de
Loreto, donde cursó filosofía y teología, para luego ingresar en la Universidad
de Córdoba, terminando así su formación como bachiller de artes, con
orientación a las matemáticas, el latín y la jurisprudencia. Esta juventud de
estudio y vida intelectual seguramente lo marcó para siempre y le dio un perfil
ciertamente diferente al de otros hombres importantes en el convulsionado y
violento siglo IXX
Cuando estalló la Revolución de Mayo al igual que
muchos jóvenes de su época abandonó los estudios para ingresar en su caso al
Ejército del Norte. Allí formó parte de las tropas del general Manuel Belgrano
en las batallas de Tucumán y Salta, obteniendo la insignia de «los defensores
de la Patria», condecoración otorgada por el Segundo Triunvirato, y por ello
fue ascendido al rango de capitán. Participó en las batallas y derrotas de
Vilcapugio y Ayohuma, y en la de Venta y Media; en esta última, Paz se encontró
con una partida de realistas españoles que iniciaron fuego, hiriéndolo
gravemente. Desde ese momento el brazo derecho de Paz quedó inutilizado de por
vida. De allí su apodo “El Manco”. Luego En 1814, el Director supremo Juan
Martín de Pueyrredón, lo nombró al frente de los batallones de Dragones de la
Patria, ascendiéndolo a coronel.
En 1817, El coronel Paz fue enviado por el
Directorio porteño a luchar a las órdenes de Juan Bautista Bustos contra
Estanislao López, caudillo santafesino y jefe de las fuerzas federales al oeste
del río Paraná, en la batalla de La Herradura (Córdoba), donde López venció a
Paz y a Bustos.
El Directorio de Pueyrredón ordenó a todos los
ejércitos nacionales que hicieran deponer las armas a los federales. Hacia tal
objetivo se dirigía el Ejército del Norte cuando, el 8 de enero de 1820, en las
cercanías de la entonces posta de Arequito, el general Juan Bautista Bustos,
acompañado por los coroneles Alejandro Heredia y José María Paz, sublevaron a
una parte importante del ejército que volvía a Buenos Aires. Querían en
principio mantenerse apartados de la guerra civil y terminar el proceso de
independencia y lucha contra los realistas.
Con el Ejército a cuestas volvieron a Córdoba,
donde Bustos se apoderó del gobierno de la provincia contra la posición de Paz
y otros militares. Paz intentó derrocar a Bustos, pero fue obligado a retirarse
a Santiago del Estero, donde permaneció dos años fuera de la política. En 1823
viajó a la provincia de Catamarca para instruir a doscientos soldados, a los
que denominó Batallón de Cazadores, para participar en la última campaña al
Alto Perú.
La Argentina debió emprender la llamada Guerra del
Brasil o Guerra argentino-brasileña (conocida usualmente en Brasil como Guerra
da Cisplatina) para liberar a la Provincia Oriental y a las Misiones
Orientales, ocupadas por los lusobrasileños desde la derrota de José Artigas,
que resultaba completa desde la batalla de Tacuarembó, de 1820. El conflicto
militar de toda la Argentina con el Brasil se inició abiertamente en 1825 y
concluyó desventajosamente ―pese a las victorias argentinas― en 1828.
Incorporado al Ejército Republicano con las tropas
que había formado para la inútil campaña del Alto Perú, fue puesto al frente de
las mismas, ya oficialmente llamadas Regimiento de Cazadores. Participó en la
Batalla de Ituzaingó, donde la mayor parte de su cuerpo fue diezmado; aun así
tuvo una participación importante con sólo un centenar de hombres, por lo que
fue ascendido con al grado de general por disposición del general Carlos María
de Alvear. Cuando este se retiró del Ejército en campaña, le hizo entrega interinamente
del mando del Ejército Nacional y es nombrado Jefe del Estado Mayor General,
pasando a ser el primer Comandante General de carrera en la Argentina.
Luego de firmada la paz con Brasil, Paz regresó a
Buenos Aires, donde el general Juan Lavalle ―que acababa de derrocar al
gobernador legal Manuel Dorrego― lo nombró su Ministro de Guerra. Pero se
dedicó a formar un ejército que lucharía contra los caudillos del interior.
Paz, de carácter independiente, se separó de Lavalle y decidió unirse a los
unitarios para atacar al líder de los federales del interior, el general
Bustos, que aún gobernaba Córdoba.
Se puso en marcha contra su excamarada Bustos,
avanzando sobre Córdoba con una fuerza de veteranos de la Guerra del Brasil ,
reclutas, y sobrevivientes de la derrota unitaria de Puente de Márquez. Bustos
se retiró al valle de San Roque (actual Lago San Roque), donde fue derrotado
por Paz el 22 de abril de 1829. Paz asumió como gobernador delegado por Bustos,
pero Bustos pidió ayuda a Facundo Quiroga, quien acudió en su auxilio. Sin
embargo, estos fueron derrotados en la batalla de La Tablada los días 22 y 23
de junio de 1829.
Después de la batalla, comenzaron a verse algunos
detalles de aplicación de medidas de terror y escarmiento como cuando sus
experimentados oficiales fusilaron a varios oficiales prisioneros. Fueron
fusilados por orden del coronel Dehesa, jefe de estado mayor 23 oficiales y 120
soldados de Quiroga que habían caído en poder de los vencedores.
“Se hace formar a los prisioneros en filas sucesivas, de a uno, y un sargento enumera de derecha a izquierda. Cuando llega a cada quinto hombre, le ordena que dé un paso adelante. De ese modo se apartan ciento veinte hombres, se les conduce hasta el borde de una zanja y se les fusila.”
Gracias Cristian Genta y Guillermina Oviedo. Gracias por apoyar incondicionalmente este proyecto. |