Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

jueves, 11 de abril de 2019

HISTORIA DEL VALLE: LA MASACRE TRANSERRANA QUE MARCÓ LA HISTORIA DEL SIGLO XIX EN ARGENTINA

Por Carlos Bogossian (Autor de “Nono Oasis Comechingon en Traslasierra” Historia de la localidad de Nono)
Historia del Valle: La masacre transerrana que marco la historia del siglo XIX  en Argentina
La masacre transerrana que marco la historia del siglo XIX en Argentina
 CAMPAÑA DE LA SIERRA: EL INICIO DEL TERROR SISTEMÁTICO EN LA HISTORIA ARGENTINA

Derrotado el brigadier General Bustos en San Roque, el 22 de abril de 1829 Se generalizó la insurrección contra José María Paz en todo el territorio provincial y las guerrillas federales fundamentalmente en nuestro oeste no dieron tregua a las partidas pazistas. Se sucedieron los fusilamientos y Paz obtuvo, por parte de la legislatura, facultades extraordinarias en agosto de 1829, librándole las manos para materializar la campaña más sangrienta del siglo en Córdoba y el inicio del terror sistemático en la Argentina y  sus guerras civiles
Los unitarios justificaban el terror por la necesidad de mantenerse contra una población hostil, que en el caso de Traslasierra, venia marcando claramente su fuerte acervo federal y su profundo rechazo a las fuerzas federales enviadas desde Córdoba. Pese al envío de distintas unidades y de algunos de sus más experimentados jefes,   el oeste cordobés seguía en rebelión contra el nuevo orden instalado en la provincia tras La Tablada . El mismo Paz dejo bien en claro en sus memorias  la valiente resistencia transerrana de gauchos montoneros, con poca experiencia en batalla pero sobrados de coraje y pasión por su causa contra las experimentadas tropas que habían pasado en muchos casos por las batallas de la independencia y hasta la guerra con el Brasil.
Paz el General, el estratega experimentado, rápidamente entendió que sus victorias y su poder estarían amenazados y en riesgo siempre que en su retaguardia estuvieran vivas las fuerzas federales y el fantasma de Facundo.
En nuestro valle, no había fantasmas, había una región insurreccionada y en pie de guerra  para defender una causa, aun ante el terror y la superioridad enemiga
General Jose Maria Paz
Paz nació  hijo de criollos; su padre fue José Paz y su madre Tiburcia Haedo. En 1804 ingresó como interno en el Seminario de Loreto, donde cursó filosofía y teología, para luego ingresar en la Universidad de Córdoba, terminando así su formación como bachiller de artes, con orientación a las matemáticas, el latín y la jurisprudencia. Esta juventud de estudio y vida intelectual seguramente lo marco para siempre y le dio un perfil ciertamente diferente al de otros hombres importantes en el convulsionado y violento siglo IXX
Cuando estalló la Revolución de Mayo al igual que muchos jóvenes de su época abandonó los estudios para ingresar en su caso  al Ejército del Norte.  Alli  formó parte de las tropas del general Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta,  obteniendo  la insignia de «los defensores de la Patria», condecoración otorgada por el Segundo Triunvirato, y por ello fue ascendido al rango de capitán. Participó en las batallas y derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, y en la de Venta y Media, en esta última  Paz se encontró con una partida de realistas españoles que iniciaron fuego, hiriéndolo gravemente, desde ese momento  el  brazo derecho de Paz quedó inutilizado de por vida. De allí su apodo   “El Manco”. Luego  En 1814, el  Director supremo Juan Martín de Pueyrredón, lo nombró al frente de los batallones de Dragones de la Patria, ascendiéndolo a coronel.
En 1817, El  coronel Paz fue enviado por el Directorio porteño a luchar a las órdenes de  Juan Bautista Bustos contra Estanislao López, caudillo santafesino y jefe de las fuerzas federales al oeste del río Paraná, en la batalla de La Herradura (Córdoba), donde López venció a Paz y a Bustos.
El Directorio de Pueyrredón ordenó a todos los ejércitos nacionales que hicieran deponer las armas a los federales. Hacia tal objetivo se dirigía el Ejército del Norte cuando, el 8 de enero de 1820, en las cercanías de la entonces posta de Arequito, el general Juan Bautista Bustos, acompañado por los coroneles Alejandro Heredia y José María Paz, sublevaron a una parte importante del ejército que volvía a Buenos Aires.  Querían en principio mantenerse apartados de la guerra civil  y  terminar el proceso de independencia y lucha contra los realistas.
Con el Ejército a cuestas volvieron a Córdoba, donde Bustos se apoderó del gobierno de la provincia contra la posición de Paz y otros militares   Paz intentó derrocar a Bustos, pero fue obligado a retirarse a Santiago del Estero, donde permaneció dos años fuera de la política. En 1823 viajó a la provincia de Catamarca para instruir a doscientos soldados, a los que denominó Batallón de Cazadores, para participar en la última campaña al Alto Perú.
La Argentina debió emprender la llamada Guerra del Brasil o Guerra argentino-brasileña (conocida usualmente en Brasil como Guerra da Cisplatina) para liberar a la Provincia Oriental y a las Misiones Orientales, ocupadas por los lusobrasileños desde la derrota de José Artigas, que resultaba completa desde la batalla de Tacuarembó, de 1820. El conflicto militar de toda la Argentina con el Brasil se inició abiertamente en 1825 y concluyó desventajosamente ―pese a las victorias argentinas― en 1828.
Incorporado al Ejército Republicano con las tropas que había formado para la inútil campaña del Alto Perú, fue puesto al frente de las mismas, ya oficialmente llamadas Regimiento de Cazadores. Participó en la Batalla de Ituzaingó, donde la mayor parte de su cuerpo fue diezmado; aun así tuvo una participación importante con sólo un centenar de hombres, por lo que fue ascendido con al grado de general por disposición del general Carlos María de Alvear. Cuando este se retiró del Ejército en campaña, le hizo entrega interinamente del mando del Ejército Nacional y es nombrado Jefe del Estado Mayor General, pasando a ser el primer Comandante General de carrera en la Argentina. Luego de firmada la paz con Brasil, Paz regresó a Buenos Aires, donde el general Juan Lavalle ―que acababa de derrocar al gobernador legal Manuel Dorrego― lo nombró su Ministro de Guerra. Pero se dedicó a formar un ejército que lucharía contra los caudillos del interior. Paz, de carácter independiente, se separó de Lavalle y decidió unirse a los unitarios para atacar al líder de los federales del interior, el general Bustos, que aún gobernaba Córdoba.  Se puso en marcha contra su excamarada Bustos, avanzando sobre Córdoba con una fuerza  de veteranos de la Guerra del Brasil , reclutas, y  sobrevivientes  de la derrota unitaria de Puente de Márquez. Bustos se retiró al valle de San Roque (actual Lago San Roque), donde fue derrotado por Paz el 22 de abril de 1829. Paz asumió como gobernador delegado por Bustos, pero Bustos pidió ayuda a Facundo Quiroga, quien acudió en su auxilio. Sin embargo, estos fueron derrotados en la batalla de La Tablada los días 22 y 23 de junio de 1829.
Después de la batalla, comenzaron a verse algunos detalles de aplicación de medidas de  terror y escarmiento como cuando sus experimentados oficiales fusilaron a varios oficiales prisioneros. Fueron fusilados por orden del coronel Dehesa, jefe de estado mayor  23 oficiales y 120 soldados de Quiroga que habían caído en poder de los vencedores.
“Se hace formar a los prisioneros en filas sucesivas, de a uno, y un sargento enumera de derecha a izquierda. Cuando llega a cada quinto hombre, le ordena que dé un paso adelante. De ese modo se apartan ciento veinte hombres, se les conduce hasta el borde de una zanja y se les fusila.” 
Traslasierra insurreccionada
El panorama que recibe Paz ni bien se apodera del gobierno de Córdoba, es que buena parte de la población cordobesa, fundamentalmente la campaña le era contraria, con un  fuerte rechazo a su persona y a sus planes enmarcados en el unitarismo, en ese ambiente hostil se destacaba nuestro oeste, que además tenía el plus estratégico de limitar con los reductos federales de La Rioja y  San Luis. De esta situación el general deja sus impresiones en sus “Memorias”:
“Los semblantes de todos los pocos habitantes que encontrábamos – dice – nos manifestaban bien a las claras que no acogían bien nuestra llegada, y su taciturnidad parecía presagio de una sublevación en masa…Había pasado casi un día que estábamos cerca de la capital y que el camino estaba libre, y un solo hombre, una sola carta, una noticia de cualquier clase, no se había aproximado a nosotros.” (General Paz. Memorias póstumas – A.Garcia Mellid, Proceso al Liberalismo Argentino, p.224)
El por entonces dueño de la suma del poder en la provincia de Córdoba, durante meses  dedico un denodado esfuerzo por apaciguar a los rebeldes curatos transerranos, envió un sin número de partidas, cada vez más importantes, pero siempre con el mismo resultado; volvían derrotadas y con la noticia, de que la zona seguía rebelada aun peor que antes de los envios.
Sobre esta situación le indicaba en una misiva el Coronel Hilarion Plaza Comandante General de la Frontera del Oeste al General Jose Maria Paz
“La sierra se halla enteramente sublevada, raro es el hombre que se encuentre en su casa, porque todos están con los vándalos. En mi juicio es preciso, para contener este mal, el que V.E destine fuertes divisiones, que obran todas en combinación, porque siendo la única la que está a mis órdenes, que puede perseguirlos, ellos se retiran cuando les conviene y dejan burladas mis esperanzas”
Ante este panorama Paz decide actuar y terminar con el temor y el nerviosismo que le entregaba día a día la retaguardia sublevada de la provincia bajo sus órdenes
Se lanza la Campaña de la Sierra
La pequeña Vendée (Departamento del oeste de Francia que se sublevo contra la republica 1893-1896) como le llamaba Paz le quitaba el sueño, no solo por las fuerzas o montoneras federales transerranas, sino fundamentalmente por lo que ellas podían significar en la correlación de fuerzas, ante la inminente invasión de Facundo Quiroga. Dice Paz en sus memorias;
“Los valles situados el oeste de dicha serranía eran el teatro de la insurrección y el desorden. Preferí pues mover una masa considerable de fuerzas distribuidas en varias divisiones y pasando la sierra por otros tantos caminos, caer simultáneamente sobre los valles, abarcando una gran extensión de territorio.
El 31 de diciembre en medio de una fuerte tempestad y con una densa niebla las fuerzas unitarias cruzan las sierras grandes hacia nuestro valle, cuya población ni imaginaba la llegada de una operación militar de semejante envergadura.
Relato de Paz en sus memorias “El Coronel Echeverria, casi despuntando el extremo sur de la sierra toco la provincia de San Luis, y girando a su derecha franqueo las reuniones enemigas que bordeaban su pendiente occidental, el Coronel Lamadrid con otra División atravesó la sierra enfrente de San Javier, otra división a mis órdenes hizo lo mismo en dirección a Nono, una cuarta aunque más pequeña atravesó la sierra más a mi derecha y finalmente el Coronel Plaza con la última, hizo otro tanto para caer sobre Pocho, desde donde con un movimiento contrario al del Coronel Echeverria, se aproximó lo conveniente a las divisiones del centro”
Según Barrionuevo Imposti en su Historia del Valle de Traslasierra así se desarrolló militarmente desde lo lógico la invasión unitaria a territorio federal transerrano
La columna central de la invasión al mando de Paz probablemente habría seguido el siguiente camino; por la Cuesta de Argel, hasta la Estancia de San Miguel y luego por la Cuesta de Loma Pelada, hasta lo que es hoy el Paso de Las Tropas en la localidad de Nono y Las  Calles. En tanto que el  Mayor Luna  lo habría hecho por el Camino Viejo de la Pampa de Achala, desde Las Ensenadas hasta San Lorenzo. El Coronel Plaza por su parte quizás ha seguido la ruta que pasa por la Pampa de San Luis y Quebrada de Guasta y que luego sigue por la Cieneguita y Quebrada de Mussi hasta la Pampa de Pocho.
Las fuerzas de Paz toman el oeste 
Inmediatamente entraron a la región las distintas divisiones comenzaron, lo que a la postre sería el único enfrentamiento. Así lo relata Paz
“hubo muchos encuentros, más en todos fueron arrollados con  pérdidas los enemigos y perseguidos sin descanso”
“Encuentros” dice Paz con lo que deja bien en claro que sus fuerzas nunca tuvieron un enfrentamiento medianamente importante con las montoneras federales, que como podemos imaginar ante el impecable movimiento militar en forma de pinza que barría con destreza de Norte a Sur todo el valle poco podían llegar a hacer o responder, más que buscar el abrigo del monte y soñar con no ser encontrados.
En todo lo que duro la Campaña de la Sierra, no hubo en ningún momento una mínima simetría entre las fuerzas. La supremacía unitaria era abrumadora en hombres, armas y sobre todo en experiencia. Unos los de este lado de las sierras jóvenes y viejos rebelados, organizados como podían en pequeñas partidas, casi sin armas, aunque si con el conocimiento profundo del terreno, sin un mínimo orden militar o mando centralizado. Mientras que del otro lado se encontraba una fuerza de línea, con buena parte de sus hombres y su Comandante veteranos de las batallas de la independencia, de la Guerra del Brasil y de la Guerra Civil, con disciplina militar, mejor pertrechados y al mando de quizás sin ánimo de equivocarnos el estratega más importante que dio sobre un campo el ejército argentino, como lo admitieron los mismos federales tras cada derrota.
Hasta aquí lo que podía ser una mera campaña más de las guerras civiles, donde uno de los bandos en disputa invade un territorio o provincia enemiga y luego de enfrentamientos más o menos cruentos, el ganador pasa a ocupar el poder.
Pero lo que intentamos demostrar en nuestro trabajo es que lejos se estuvo de eso y que desde nuestro punto de vista  la campaña de la sierra es el inicio del terror sistemático en la historia argentina.
El General Jose Maria Paz durante la invasión a nuestro valle instauro y pergeño un  Plan Sistemático de represión y terror sobre las fuerzas y todo aquello que fuese o pareciese federal en Traslasierra. Hubo órdenes estrictas de pasar a degüello a todo federal u hombre o mujer que  pareciese federal. En el camino había mano libre para realizar cualquier tipo de atropello sobre la población en armas (la menos numerosa) y la civil
Para financiarse recurrió al mismo método que condenaba en sus enemigos federales, reuniendo contribuciones o confiscaciones  forzosas entre los vecinos del valle,  a quienes se negaban a  pagar lo esperaban la muerte y tormentos propios o los de sus familiares
Historia del Valle: La masacre transerrana que marco la historia del siglo XIX  en Argentina
El grado de salvajismo alcanzado por las tropas al mando de Paz y sus oficiales, lo manifiesta con claridad hasta sus propios hombres como el Mayor Domingo Arrieta en sus memorias
“Los coroneles Lira, Molina y Cáceres rindieron la vida entre suplicios atroces. Sus cadáveres despedazados fueron exhibidos en los campos de Córdoba y expuestos insepultos.” Así pudo decir un oficial de Paz, después de explicar cómo habían adoptado la medida de “no dejar vivo a ninguno de los que pillásemos”, que:… “mata aquí, mata allá, mata acullá y mata en todas partes, fueron tantos los que pillamos y matamos que, al cabo de unos dos meses, quedó todo sosegado.”
“Los prisioneros son colgados de los árboles y lanceados simultáneamente por el pecho y por la espalda… A algunos les arrancan los ojos o les cortan las manos. En San Roque, le arrancan la lengua al comandante Navarro. A un vecino de Pocho, don Rufino Romero, le hacen cavar su propia fosa antes de ultimarlo, hazaña que se repite con otros. Algunos departamentos de la Sierra son diezmados. Por orden, si no del general, de alguno de sus lugartenientes, ciertos desalmados, como Vázquez Novoa, apodado Corta Orejas, el Zurdo y el Corta Cabezas Campos Altamirano, lancean a los vecinos de los pueblos, en grupos hasta de cincuenta personas.” (Manuel Gálvez. Vida de don Juan Manuel de Rosas. p. 130)
Paz en sus memorias, no resiste su propio espejo e indica; “la campaña de la sierra se llevó a cabo con algunos actos de severidad”  
Por su parte en su obra maestra anti Federal Jose Rivera Indarte , conocida como Tablas de Sangre. El escritor cordobés decía en su periódico escrito en Montevideo sobre la lucha contra las montoneras federales en 1830 “El Nacional se complace en recordar ochocientos de esos asesinatos brutales, no sobre soldados de Rosas, sino sobre argentinos de Córdoba, de San Luis, de La Rioja.”
Tomando en cuenta que Paz indicó que hubo solo encuentros con pequeñas partidas enemigas y que admitió algunos actos de severidad, es muy difícil explicar llegar a 800 muertos. Salvo que abonemos la tesis asumida por los propios hombres de Paz, como ya dijimos, e indiquemos que sobre Traslasierra lo que se vivió fue una invasión cargada de  terror y muerte en forma de sistema para en primer término doblegar y “pacificar” el valle rebelde, extirpando de raíz el germen federal y allí incluimos no solo las montoneras armadas sino la población civil, que claramente como lo indican los principales historiadores y todas las referencias de época, era claramente simpatizante en su gran mayoría de la causa federal.
En segundo termino lo que Paz busco llevar adelante en nuestra región con su campaña, era algo que el unitarismo con sus diferentes referentes venia marcando cada vez con más fuerza desde el inicio de la guerra civil, ante la impopularidad de su causa en los pueblos del interior, solo la severidad y el terror podía modificar el status quo reinante, esta idea no es solo propiedad ni de Paz, ni de los Unitarios, a lo largo de la historia de nuestros país y del mundo muchos otros las han llevado adelante con distinta suerte.
Finalmente desde el plano militar una ocupación exitosa, con los departamentos de la sierra totalmente “pacificados”  le permitían a Paz, la tranquilidad de una retaguardia segura, que le permitiera sin sobresaltos esperar y preparar la defensa de una nueva invasión que finalmente Facundo Quiroga llevo adelante contra Córdoba donde fue vencido nuevamente en la Batalla de Oncativo, mediante una formidable maniobra que el general Paz implementa, lo que le hizo decir a Quiroga con admiración  «es un general que gana batallas con figuras de contradanza», en alusión a sus conversiones y flanqueos.
Jose Maria Paz  murió en Buenos Aires en el mes de octubre, de 1854 y fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta con los más altos honores
En 1944, por iniciativa de Víctor Martínez, diputado nacional por Córdoba, se creó el Liceo Militar General Paz en la ciudad de Córdoba. En 1956, cadetes de la décima promoción del Liceo trasladaron los restos de Paz desde la Recoleta hasta la Catedral de Córdoba. Años más tarde, por decisión de sus descendientes, los restos de su esposa fueron repatriados desde Brasil, y también descansan junto a los de Paz.
Conclusión final
Paz organizó una formidable operación militar  sobre Traslasierra “La Campaña de La Sierra.  Esta campaña que incluyo una verdadera masacre con todo tipo de atrocidades y  en donde  algunos autores llegan a mencionar dos mil quinientos muertos. Es sin duda el inicio del terror sistemático en la historia Argentina, si bien en la ya iniciada guerra civil, habían existido actos de terror, eran propios de enfrentamientos o acciones aisladas propias del estado de guerra. Pero lo que se llevó adelante en nuestro valle bajo las ordenes específicas del General José María Paz fue un plan sistemático de muerte y terror que sirviera de escarmiento para la población del interior del país mayoritariamente sumada a las filas federales que rechaza el orden unitario que Paz había empezado a imponer.
La Campaña de la Sierra gracias a  su triste legado, es sin dudas  un antes y un después en las guerras civiles argentinas  y por ello ubica a Traslasierra en el centro de la historia nacional del siglo IXX. Un hecho poco conocido, olvidado e invisibilizado por la historia oficial del país y de nuestro oeste que merece ser difundido en todo su valor e importancia.


2 comentarios:

WALDEMAR dijo...

En efecto, recuerdo perfectamente cuando Paz habla de la Campaña de la Sierra en sus memorias, inclusive dice que tuvo que enviar varias divisiones, incluida la de él mismo que cayó sobre el pueblo de Nono. No obstante no recuerdo ninguna mención de algún enfrentamiento o batalla decisiva en la zona de Traslasierra que hubiera dado lugar a alguna masacre de prisioneros. También me leí las Memorias del General Gregorio Aráoz de La Madrid que hizo la misma campaña pasando un poco más al sur en la zona de San Javier y tampoco registra un hecho de armas de importancia teniendo en cuenta que en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo hay partes de guerra muy detallados al respecto. Yo no me arriesgaría a hablar de "masacre" y mucho menos de 1500 cuando en los mismos reportes antiguos de esa batalla se habla de 1200 bajas federales. Me parece que es un tema muy interesante a investigar. Waldemar Charras desde Tilcara, Jujuy.

jokomar dijo...

Apasionante historia que no conocía! Me motiva a leer las memorias de Paz, que tengo, parcialmente, en su primera edición.