Firma del tratado o pacto
Como los hechos se aceleraron, Ordoñez, que se hospedaba en la casa de Isasa, pidió al común que se reunieran en Chañares, sin armas “…para tratar estos asuntos…”
El 28 de abril el común presentó su petitorio en ocho puntos:
1) que Isasa y Tordesillas resulten quitados de sus cargos y expulsados del valle en el plazo de un mes junto a sus familias y bienes. Ordoñez logró con esto, pero fortaleció el plazo a Isasa por tres meses.
2) “… no ha de gobernar este valle ningún hombre europeo…” También Ordoñez interviene en este punto pero agregando “…sin perjuicio de las facultades del Cabildo…” relativizando el alcance de lo solicitado.
3) “…no combiene que haiga maestre de campo en este valle…” lo que fue aceptado pero agregando Ordoñez “…sin que se entienda contravenir a las disposiciones de los gobernadores de esta provincia…” , obviamente limitando el alcance del pedido.
4) que Basilio Quevedo fuera el Sargento Mayor nombrando a los capitanes y con las atribuciones de “… quitar y poner otros al gusto de su gente…”. Fue otorgado pero con un agregado: Quevedo debería presentarle la lista de los designados para que “… por el gobierno de Armas si conviniese, se le despachen los títulos…”
5) que los capitanes pueden nombrar a sus colaboradores, es decir “…podrían entender en lo civil cada uno entre su gente, y que ningún juez pueda entrar sin pedir auxilio a los capitanes o jefes de su compañía”… y que “…haciéndolo se lo darían…” . Aquí Ordoñez alegó no tener facultades para otorgar el pedido pero ante la situación buscó una solución transitoria
6) que se les entregasen las armas que resultaron pagadas en su momento al maestre de campo Isasa, recibiendo este el importe de las mismas en plata y caballos. Ordoñez aceptó pero con la condición de entregárselos una vez que “… se hubiera sosegado el común se retirara cada cual a su casa…”
7) que el Sargento Mayor Moreno (traidor del movimiento) no tuvo cargo alguno;
8) que no se culpa a ninguna persona individualmente sino al común por las molestias que pueden haber causado. Ordóñez les otorgó el perdón general.
Al finalizar la reunión, Ordoñez completó el petitorio con los agregados como Maestre de Campo junto a dos testigos. Una vez visto lo que se les concedía, los del común “…se dieron por satisfechos y rindiendo las armas prorrumpieron en vivas al rey afirmando estar preparados y rendidos y obedientes a cuanto se les mandase…” . Alrededor de las cuatro de la tarde se retiraron a sus casas.
Ordoñez envió inmediatamente un informe detallado de lo acontecido; mientras en el Cabildo resolvieron no innovar procediendo a dar detalles al gobernador de la provincia.