La Capilla Nuestra Señora del Rosario, ubicada en la
localidad de Villa de Pocho, se erige desde hace más de dos siglos entre el
paisaje típico pochano, guardando en su interior historias de muchas
generaciones que transitaron y transformaron lentamente este escenario del
oeste cordobés.
Me parece interesante abordar esta publicación desde el
trabajo realizado por el historiador Barrionuevo Imposti, teniendo en cuenta
que toda su obra se encuentra agotada y por lo tanto, con grandes dificultades
para conseguirla. Pero esto no es motivo para continuar con historias
guardadas. Con el correr de la información tomarán forma otros protagonistas
del hacer de Villa de Pocho, estimulando tal vez la memoria viva de cada
familia, recordando historias contadas por abuelos y bisabuelos bajo ese cielo
estrellado que abraza las sierras pochanas.
Comencemos entonces partiendo desde un personaje fundamental
en la historia de Pocho, Doña Flora Brizuela. [1]
“Flora Brizuela, vieja vecina que alcanzó a sobrevivir a sus tres
consecutivos maridos, en 1774 hizo testamento. En él declara que ha “edificado
una capilla” bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción; (la
erección del templo habría tenido lugar, entonces, entre 1746 y 1774).”
En este punto desconozco por qué difiere el nombre de la
capilla con el que conocemos en la actualidad, tema que habrá que investigar;
pero continuando con este tema, Barrionuevo Imposti menciona a don Claudio
Ceballos, sobrino de Doña Flora, quien queda a cargo de la administración y
como patrón de la capilla. Es interesante observar cómo a través del
testamento, podemos imaginar el aspecto físico de entonces:
“Advierto –
dice el documento- que dejo de tierras pa la capilla, a la parte del Norte
hasta la punta de la primera loma de piedras, a la parte del Sud hasta la zanja
que hace del otro lado del horno de quemar ladrillos y al parte del naciente
hasta el primer ojo de agua, como qe sale de mi casa para la iglesia, y al
poniente a topar el arroyo, y el número de alhajas y ornamentos necesarios, los
que aparecerán del inventario que de ellos hizo el Dr. Dn. Joseph Igno. Tejeda
Liendo, Cura de este beneficio, y lo más qe hubiere qe agregar y lo declaro así
para qe conste” [2]
Y acercándonos aún más al contexto histórico, Barrionuevo
Imposti, continúa transcribiendo algunas de las cláusulas testamentarias que
fueron su fuente de investigación:
“Declaro
que dejo un mulatillo llamado Joseph Ermenegildo, dedicado para sacristán de
dicha capilla; y si en algún tiempo quisiera ser vendido, mndo no se le impida,
cuya venta correrá por mano del patrón de dicha capilla, y dicha plata en caso
de ser vendido dicho mulato, es mi absoluta voluntad se refunda en adorno de
dicha capilla. Dejo dos mulas chúcaras para que se vendan para el bien de la
capilla, y también una petaca, dos pailas y otras cosas con el mismo fin”. Por
otra cláusula deja “para Nuestra Señora una esclava llamada Chavela Sosa”[3]
Más adelante, el historiador nos comenta que la capilla de
Pocho es una de las pocas cuyo autor se
conoce siendo su alarife Juan Pedro Perales, aclarando que debemos tener en
cuenta que realizó una reedificación, teniendo en cuenta que “antes de que doña
Flora Brizuela adquiriera la estancia de Pocho, lugar donde hizo construir la actual capilla, ya había una “capilla
vieja” que sirvió en 1746 como punto de referencia para la medición y deslinde
de aquellas tierras”[4]
Para ahondar
sobre la historia de esta Capilla los invito a ingresar a http://www.capillasytemplos.com.ar/pocho-nsr.htm
http://heraldicaargentina.com.ar/3-Cba-VilladePocho.htm
http://fliacalderon.com.ar/
[1]
BARRIONUEVO IMPOSTI, VÍCTOR: “Contribución a la historia hispana del valle de
Traslasierra”. Pág. 31. 1949
[2]
Según Barrionuevo Imposti, su fuente fue documentación en poder de
particulares, Pocho.
[3] De
la misma fuente en poder de particulares, Pocho.
[4] BARRIONUEVO
IMPOSTI, VÍCTOR: “Contribución a la historia hispana del valle de
Traslasierra”. Pág. 34. 1949
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