Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

martes, 8 de octubre de 2019

5 de Octubre: a 90 años de la Consagración del actual templo de Salsacate.

Extracción del libro "Polvo del pasado, oro del presente" de Gladys Acevedo, págs. 39,40,41.
Edición del autor 1999. 
Reconstrucción de lo vivido a partir de las entrevistas realizadas a 
las Sras. Delicia de Britos y Martita Sisterna hace veinte años.

5 DE OCTUBRE DE 1.949  


Te adoraré ,Señor, en tu santo templo
                          y  tributaré alabanza a tu nombre.                           
(Ps. CXXXVII, 2) 
Recuerdo de la Consagración del Nuevo Templo Parroquial
Dedicado a Ntra. Sra. del Rosario
CONSAGRANTE: Mons. Ramón J. Castellano
PARROCO: Pbro. José Des López
OCTUBRE 5/1949 
SALSACATE.

    Los recuerdos se aglutinan entre figuras, perfumes y canciones porque este fue un gran día para todo Salsacate junto a muchos pochanos que desde muy temprano habían comenzado a transitar los caminos polvorientos.  
   Vestidas de gala, familias enteras llegaban a  participar de este momento  histórico.  
   La campana con un canto nuevo, diferente, invitaba a congregarse en el centro del poblado.  
   Según relatos, la mañana comenzó con la reunión del Sr. Obispo y los quince sacerdotes dentro del templo.   
  La puerta cerrada solo permitió  escuchar desde la distancia  oraciones y cantos gregorianos mientras los feligreses en silencio esperaban.  
  El tiempo transcurrido pareció no terminar hasta que suavemente la puerta comenzó a abrirse dejando pasar la luminosidad de ese sol de octubre llenando  de una espiritualidad especial .  
   El trabajo realizado durante tantos años a fuerza de lucha, tesón y esperanza había sido consagrado  a Dios. Con el corazón latiendo apresuradamente y con lágrimas que  desbordaban, los feligreses fueron ingresando al templo.  
   Un perfume especial, mezcla de incienso y flores,armonizaba con el esplendor que brindó la nueva Casa de Dios.  
   Sobre el altar mayor, dedicado a la Santísima Vírgen del Rosario, flores naturales blancas y rosadas caían en cascada entre helechos cubriéndolo en toda su extensión. Una M resplandeciente lograda con un centenar de velas, emergía entre el manto bicolor para descansar al pié del altar.  A un costado, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús desprendía desde sus pies una alfombra aterciopelada de pimpollos rojos.  
   Lentamente los bancos fueron ocupados mientras el armonio desplegaba su sonoridad inundando de paz y espiritualidad no sólo el espacio físico sino especialmente los corazones de un pueblo presente.  Todos participaron de la Misa Concelebrada y fueron testigos de este momento que marcó el nacimiento de nueva  etapa.   
   La ceremonia religiosa quedó concluida para dar lugar a las celebraciones de la Fiesta Patronal. Todo un pueblo recorriendo las calles hasta entonces adormecidas .   
   Ese día más que nunca el fervor auténtico llevó a los cuatro vientos el canto de la oración  y en él,  el agradecimiento a Dios y a la  Santísima Virgen. En procesión ,todos juntos, presididos por la imagen de Nuestra Señora del Rosario  desgranaron los cinco misterios del Rosario. 
   Nuevamente la imagen regresó a su sitio. El manto aterciopelado descendía suavemente mientras los rayos del sol se prendían en cada flor. La alegría y la esperanza se reflejaban en los rostros; mientras las manos rozaban el manto de la imagen con renovada calidez. Y así hombres, mujeres y niños salieron de la nueva casa para encontrarse con el antiguo templo que sentía su final.   
Vista de las dos Iglesias (1.949) 
Predio rodeado por un alambrado, en la actualidad lo ocupa la plaza central.
El camino del fondo conduce hacia el hospital. El del primer plano corresponde al actual.

  Después de la celebraciones religiosas todos juntos compartieron el almuerzo criollo. Todo el espacio circundante a la antigua casa parroquial se llenó de visitantes. Asado, vino , pan casero y hasta una picada fue el final de este gran día que quedó en el recuerdo.  

   Ya el sol declinaba trayendo el azul intenso del anochecer. Cientos de faroles se confundían en la noche mientras el cielo estrellado resplandecía sobre el monte pochano.  Los destellos de la campana daban más brillo a la Cruz que se extendía hacia los cielos; mientras el susurro del Jaime y el Cachimayo se confundía con el canto y la algarabía de un pueblo esperanzado. 

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