Susurros de
palmas
dejó oir la
pampa pochana
aquel 28 de
abril de 1774
cuando la
tarde mediaba.
Y a los lejos,
desde todos
los rincones,
el polvo se
elevó hacia el cielo
como una
plegaria.
Eran los
valientes traserranos
al trote
tranquilo en briosos caballos.
Teñido de
esperanzas el pecho
en la plaza
de Pocho se anunciaron.
“El común”
se vestía de esperanzas
por fin
habían sido escuchados.
“El común”
estuvo presente
con Basilio
Quevedo al frente
y
doscientos traserranos para firmar
el pacto
que tanto esperaron.
Las cuatro
de la tarde
marcó el
tiempo la campana.
Aleteo de
palomas,
aplausos y cantos
llenó la
plaza el común
con su grito libertario.
Con el alma hecha brisa
regresaron
a sus hogares
creyendo en
la palabra
que entre
todos pactaran.
Y el tiempo voló sobre la pampa.
Escondida
quedó la promesa
en un papel
amarillento
que casi se
perdió en el viento.
Cruzaron
las Altas Cumbres
a paso muy
lento,
pretendían
llevar su voz
ante el
Cabildo y el clero.
Los
acusaron de rebeldes,
forajidos muy crueles,
porque
defendieron su dignidad
ante abusos
permanentes.
Solo
dieciséis ingresaron
como viles
prisioneros.
Entregaron
sus lanzas y facones
bajo
miradas acusadoras
Y en la
sala del Cabildo
la voz del
común fue amordazada.
Entre rejas
y olvido
quedó
escondida durante dos siglos.
La voz de
“El Común” ha vencido el
silencio.
La verdad
resplandece, inmutable,
sobre la
sangre de sus descendientes.
El arrojo
de los valientes, enmudecido,
hoy
glorifica este presente.
Gladys Acevedo
Poeta Pochana
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