Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

viernes, 11 de agosto de 2023

RETAZOS DEL AYER: 1989. Charla con Matilde Llanos de Flores.

 

La tarde del 13 de junio de 1989 la charla con Matilde se unió al crepitar de la cocina de hierro, el mate y la luz que entró por la ventana de la cocina. Suavemente los recuerdos de Matildita, como cariñosamente la llamada, se deslizaron como cascada fresca y perfumada para llevarnos a otros tiempos. Y fue así que con su mirada brillando de una manera especial llegamos a 1940, exactamente al paraje de Toro Muerto, allí donde ella vivía, muy cerquita de Salsacate. 

Con voz suave y serena la historia se convirtió en un manantial de saberes. 

Sesenta años atrás asistían a la escuela que allí funcionaba, niños de Pitoa y por supuesto de Toro Muerto. Recuerdo que eran como 15.   La gente trabajaba en el campo criando cabras y ovejas, los que después vendían. Se sembraba maíz para consumo propio. En la actualidad (1989) en Pitoa no queda nadie, y en Toro Muerto dos familias. Llegó un momento que la escuela fue cerrada por falta de alumnos.

Recuerdo que la Señora Luisa Moreno de Zamora hilaba y hacía tejidos en telar y bastidores. Confeccionaba alfombras, cubrecamas, alforjas, caronillas de colores vistosos. Compraba algunas tintas por onza y el resto de los colores los fabricaba con plantas de la zona. La producción fue vendida a la Zamorana, un negocio de Mina Clavero.

El agua era sacada a través de un pozo de balde instalado en Toro Muerto; e n cambio en Pitoa llevaban agua del arroyo. Utilizaban tachos de 20 litros que los colocaban a los costados del lomo de los burros. Los llenaban y para que no se volcara el agua mientras recorrían el camino hasta las casas, les ponían una rama de pichana.

Para iluminarse usaban mecheros. Los construían con una botella y un carretel de madera para después atravesar un trapito de algodón por un cañito que se hundía en el querosén. También se fabricaban velas de sebo, es decir con grasa de vaca. Para ello vertieron en hilos piolines la grasa derretida con una cuchara. La dejaban enfriar y así continuaban hasta darle el grosor deseado. También las hacían con cera de abeja silvestre que buscaban en los huecos de las piedras, árboles, especialmente quebrachos. Para sacarla era toda una aventura porque hacían humo con la intención de espantarlas. No había colmenas sino que aprovechaban lo que la naturaleza les daba.

Hubo un tiempo en que escaseó el jabón, pero como los fabricaban en los hogares la situación no fue muy problemática. ¿Cómo lo hacían? colocaban  grasa de vaca, burro o chancho en agua con soda caustica y la hacian hervir. La dejaban enfriar y luego la cortaban en barra. Este jabon era utilizado para lavar la ropa, la cabeza y los baños.

También fabricaban lavandina o como se decía en esos tiempos “lejía de ceniza”. Ponían medio balde de agua y le agregaban cenizas. Se lo dejaba en reposo de un día para el otro. De este modo simple usaban el agua obtenida para blanquear la ropa. Lavaban en batea de madera. Las conseguían en Ninalquín donde había un señor que las construía, no recuerdo su nombre.

Se usaba para cocinar un fogón. En la misma cocina se hacia una pared de ladrillos en una esquina, colocaban dos hierros cruzados y encima la olla de hierro. Era común comidas como puchero, locro, mote (maíz hervido). En este último ponían a hervir el maíz entero hasta que quedó blando, después se lo agregó a la sopa o leche. En esos tiempos la papa poco se usaba, pues no la sembraban y era muy dificil de conseguir. 

Las tardes eran tranquilas. Venían verduleros de vez en cuando por lo que no se consumía muchas verduras. En las huertas familiares sembraban acelga y cebolla. No se conocía el perejil.

Semanalmente cada familia carneaba un animal y era costumbre prestarse la carne una vez faenada para reponerla en el próximo carneo, es decir que iban rotando. Cuando carneaban un animal lo charqueaban íntegro y lo colgaban de una soga para secarlo. Las loras se aprendieron de los charquis, entonces chicos y grandes salían con piedras y hondas corriendo por el patio para espantarlas, es decir "correr las loras". 

Esa carne, la del charqui, la asaban y después molían para hacer “sastaca” o “charquicán”. Después freían cebolla con ají o pimienta, le agregaban el charqui molido y agua, y al hervir un poquito de harina. Era una comida de todos los días.

Los caminos eran de tierra y presentaban muchos guadales haciéndose casi imposible transitar en tiempos de lluvias. Se vieron muchos burros porque no todos tenían caballos. Los corrales los construían con las piedras del lugar.Solo dos familias: García y la otra no tienen recuerdo sulkys. 

Transitaba un ómnibus que transportaba de todo: carne, verdura, cabritos, cartas, además de las personas. Era inmensa. A la salida de la escuela pasaba hacia Salsacate, entonces los niños se ponían contentos porque los transportaba desde Toro Muerto a Pitoa. 

Para el 9 de julio los llevaban en ese ómnibus hasta Salsacate (ida y vuelta) a niños y maestra. En la casa de la maestra los peinaban. A las chicas les ponían en el cabello moños de cintas de raso ancho, color celeste y con sus guardapolvos blancos.

En la escuela les daban guardapolvos, calzados y útiles. En esa época se usaban zapatos prendidos al costado, marrones, jumper gris tablado con tricota con cuello alto.

¡Y cómo no recordar las fiestas de aquellos tiempos!

Para los casamientos exclusivamente se hacían empanadas y estofado de pelones. Es un estofado común, sin papas y con pelones. Usaban las ollas grandes de hierro. Para estas oportunidades todos participaban, no se servía tortas pero las fiestas eran regadas con vino y pan casero.

Era como procesión donde los novios iban al frente. La novia con su traje blanco en montura para señora, y al lado el novio en su caballo. Tiraban cuetes y gritaban ¡Viva los novios! Los padrinos y padres detrás de formando el cortejo. Al volver ingresaban a la fiesta donde bailaban hasta el amanecer. Recuerdo que mi abuelita Jacinta Altamirano de Molina era contratada especialmente para hacer el estofado. 

Las fiestas navideñas eran como un día más.

Las muñecas eran de trapo. Las niñas les hacíamos los vestidos y gracias a estos juegos aprendí a coser.

Con el paso del tiempo la gente se fue yendo hacia otros lugares.

Y así terminó la tarde de aquel 1989, con el sabor de los mates dulces y el aroma de la leña que crepitaba en la cocina de hierro.

Matildita con su delantal infaltable. Don Mario llegando después de trabajar en su quinta para sentarse en la cabecera de la mesa de la cocina y deleitarse con tantas historias que hoy duermen en las paredes del antiguo Hospedaje de Don Mario.

Desde la distancia y el paso del tiempo… Gracias a los dos por tantos conocimientos y cariño ofrecidos en un abrazo, en una sonrisa.

Acompañan este proyecto:
Cristian Genta y Guillermina Oviedo.
¡Muchísimas gracias!


jueves, 10 de agosto de 2023

SIGLO XVIII. Censo 1778 Salsacate.

                                    Y continuamos caminando en el tiempo tomando como punto de referencia el trabajo de investigación ¿Fundación de Salsacate?, específicamente las páginas 33 a la 37.

    SIGLO XVIII 

Para ingresar al siglo XVIII incorporamos el siguiente cuadro de Gutiérrez  dándonos una visión de la realidad de la época.

Población en los pueblos de indios (siglo XVIII)

evolución  de la población en los pueblos de indios tributarios.

PUEBLOS

1704-05

1733-34

1749

1774-75

1785

Quilino

48

95

141

114

228

 

San      Antonio

85

55

44

76

58

 

San

Jacinto

12

s/d

45

91

220

 

Soto

88

160

146

342

545

 

Pichana

116

s/d

179

202

415

 

Salsacate

s/d

9

s/d

58

50

 

Nono

s/d

60

90

188

201

 

Cosquin

8

8

s/d

81

92

 

La Toma

s/d

24

s/d

102

230

 

 Fuentes : 
-Padrón de indios de 1704-05. En: FDMP Cabrera. Nº 3357.
-Padrón de indios de 1733. En: AHPC Escribanía II, leg. 23, exp. 25
-Padrón de indios de 1749. En: AHPC Escribanía II, leg. 23, exp. 25
-Padrón de indios de 1775. En: AHPC Escribanía III, leg. 25, exp. 7.
-Padrón de indios de 1785. En: AHPC Escribanía II, leg. 64, exp. 36

Nuevamente se presenta una denuncia en 1729.

A través de una carta el obispo Sarricolea reveló la persistencia de los tratos que eran habituales entre los encomenderos desde el principio de la colonia. La misma consistía en el traslado de indios de encomienda a las estancias privadas de los encomenderos para cumplir con tareas permanentes o estacionales.

La Visita del Oidor Luján de Vargas había sido olvidada.

“Lo regular y común es que [los encomenderos] los sacan [a los indios] de sus propias tierras y reducciones y los llevan a sus estancias y haciendas, aunque están remotas y en agenas parroquias, a servirse de ellos y de sus familias, así en lo manual y doméstico como en el cultivo y labor de los campos y en otros mecánicos de carpintería, carretería, curtiduría y similares, a los que aplican valiéndose de ellos para arrieros y peones de carretas, cargas y mulas con que trafican dentro y fuera de la provincia…” 

          Esta situación se reflejó durante 1733  en Salsacate . Este pueblo todavía formaba parte de la encomienda Sotonono, pero al fallecer el último encomendero, los indios tributarios de las cajas reales, figuraron registrados independientemente en los padrones de 1775, 1785 y 1787, siendo este el último año con que se cuenta con listas de tributarios para salsacate. 

Otros documentos que confirman el movimiento poblacional, no sólo de Salsacate sino de todas las Capillas que conformaban el Curato de Traslasierra, son los Libros de Bautismo, Matrimonio y Defunción del año 1765 , que en la actualidad se encuentran en el Archivo del Arzobispado de Córdoba y que fueron consultados para la investigación de la Antigua Capilla de Salsacate,  aportando nuevos argumentos para interpretar la evolución poblacional manifiesta en los años siguientes.

De acuerdo a lo investigado, constatamos que en 1778 se instruye la realización de un censo , el cual pudimos analizar y verificar resultados.

En ese año la jurisdicción de Córdoba contaba con 44.506 habitantes distribuidos en 10 curatos rurales. Los curatos de mayor densidad poblacional eran: Río Segundo con 6.041 habitantes, y Traslasierra con 5.849 pobladores.

             Focalizamos la investigación en el antiguo Partido de Traslasierra  transcribiendo la apertura correspondiente, la que lamentablemente no tiene comentario día y mes de realización, pero tomando como referencia, el censo realizado desde “Ornillos”  hacia el sur, (02/06/1778) conjeturamos que en Salsacate fue realizado durante el mes de enero de ese año.

Padrón y lista de los vecinos estantes habitantes de todas las especies que abitan en este partido detrás de la Sierra Jurisdision de la ciud. De Córdoba seguido por D. Joachin de Güemes Campero por comisión que dio el Cabildo Justisia Regimiento de cba. Ciud sea servido conferirme.” (Transcripción) 

Durante la lectura pudimos observar el registro de varias localidades que aún subsisten, pero su detalle lo dejó para otro trabajo, apuntando directamente a nuestra área de estudio: Salsacate.

En el Folio 129r, lo identifica como Feligresía de Salsacate registrándose 7 familias. 

CENSO DE 1778

 

INDIOS

MESTIZOS

TOTALES

VARONES

20

2

22

MUJERES

11

2

13

 

31

4

35

TOTAL

INDIOS

 MESTIZOS

ESCLAVOS

V

M

V

M

V

M

A

m

A

m

A

m

A

m

A

m

A

m

9

11

3

8

2

0

2

0

0

0

0

0

 A: Adultos m: Menores