Nota publicada el 27/03/2017. Gladys Acevedo.
Salsacate, nuestro querido pueblo, cuya
historia se hunde en el misterio de los tiempos, ha tenido la suerte de contar
con personajes que aunque no se ven, se sienten.
Hoy quiero destacar al Dr. Raúl Irigoyen quien
desde la soledad y el silencio, ha llevado a los cuatro vientos la esencia de
este pueblo pochano a través de sus cuentos, sus poesías, y fundamentalmente con
un profundo conocimiento de la región.
Hijo de uno de los fundadores de Villa Taninga,
escritor y pintor, absorbió la magia del paisaje junto a sus personajes; y bajo
el hechizo de la paz y la tranquilidad característica de Pocho, se inspiró para
dar forma a un proyecto que creció a través de 54 años.
Mi agradecimiento y reconocimiento al Dr.
Irigoyen por la labor cultural proyectada a nivel nacional e internacional, en
la que Salsacate y su zona aledaña figuran como inspiradora de sus múltiples
manifestaciones en el arte.
¿Cuántas veces, en nuestro recorrido por el
pueblo, hemos leído el cartel que se encuentra junto a la puerta de entrada del
Centro Educativo “Gral. José de San Martín”? Con letras atractivas y que
resaltan en contraste con el color de las paredes, nos anuncia que en ese
establecimiento educativo funciona BIBLIOTECAS RURALES ARGENTINAS. Pero…
conocemos a ciencia cierta el origen de esta asociación sin fines de lucro? Probablemente
la respuesta es incierta o negativa. En vista de esta suposición me dediqué a
incursionar al respecto, con la enorme satisfacción de poder entrevistar a su
creador el Dr. Raúl Irigoyen, Presidente de la Asociación mencionada, escritor
y pintor.
Escuchar el relato del Dr. Irigoyen con su voz
pausada entre la sustanciosa biblioteca y hermosos cuadros de su autoría, fue
trasladarse en el tiempo.
¿Cómo surgió este proyecto?
Recuerdo que nos acercábamos al verano del año 1962 y hacía
varios meses que el entonces Ministro de Economía Alvaro Alsogaray, creador de
la frase “Hay que pasar el invierno”, abonaba los sueldos a los empleados
públicos con bonos que, con gran dificultad, debían ser canjeados por dinero en
efectivo y realizar malabarismos para poder vivir.
En aquel entonces yo era un modesto empleado en el Juzgado
Nacional en lo Correccional letra J, ubicado en la calle Charcas (hoy Marcelo
T. de Alvear) y Paraná; estudiaba abogacía y desde hacía muchos años era un
incansable lector.
Agotado por esa situación económica y con algunos recursos
ahorrados, pedí un mes de licencia sin goce de sueldo sumado al correspondiente
por las vacaciones de enero, y a principios de diciembre partí rumbo a mi casa
en la sierras de Córdoba, aquí en Taninga, cerca de Salsacate, en la Pampa de
Pocho, con el deseo además de pasar un tiempo en pleno monte viviendo en carpa.
Cumpliendo este proyecto me trasladé hasta un lugar llamado Río Las Águilas, al
oeste de la provincia, adonde acampé durante varios días gozando de la paz
serrana y de un riachuelo a cuya vera transcurrían las plácidas jornadas.
Se acercaba el 24 de diciembre y a fin de pasar las fiestas en mí
casa me apresté a regresar y me despedí de una lugareña, la señora Teresa
Cáceres de Moyano, en cuya vivienda me surtía de pan casero y otras vituallas y
ahí comienza la historia…
Dígame don Raúl - me dijo la señora- usted que va a regresar a
Buenos Aires, no podría mandarnos unos libros, así tenemos algo para leer
durante el invierno –
El pedido me sorprendió, pero mi amor a los libros y un sentido de
progreso social me hicieron decir - ¡Cómo no doña Teresa, pero más que unos
libros podríamos formar una biblioteca, así leen también los vecinos! –
Mi interlocutora, mucho mayor que yo, me miró con aire de incredulidad
y luego socarronamente, como los cordobeses responden a los porteños
fabuladores me dijo, no creyendo en mis palabras.
-Y bueno…-
Entusiasmado con el proyecto regresé a mi casa de Taninga y se lo
comenté a una maestra del lugar, la que me reprendió por pensar en otra zona
para formar una biblioteca y no para el poblado, donde yo vivía, y
concretamente me pidió la creación de una para la escuela local.
En los pueblos chicos las noticias corren velozmente y al poco
tiempo ya el cura párroco de Salsacate estaba enterado de los proyectos y me
visitó, pidiéndome otra tercera biblioteca para el Colegio que estaba creando.
Eso se complicaba, pero no podía negarme.
A fines de enero de 1963 ya había regresado a Buenos Aires y a los
pocos días, el 2 de
febrero, con espíritu organizativo, reuní en mi casa a un grupo de amigos
y compañeros judiciales, a
quienes interioricé del proyecto e interesados acordamos la fundación de una
Asociación para la creación y mantenimiento de las tres bibliotecas
mencionadas: Las Águilas, Taninga y Salsacate.
¿Cómo consiguieron los
libros?
Prestamente aportamos libros nuestros libros y para aumentar el fondo
bibliográfico, compramos obras de segunda mano en las librerías de las avenidas
Corrientes y Rivadavia.
El living de mi departamento se transformó en la sede de la nueva
Entidad y allí entre camaradería e ilusiones juveniles, se fue forjando el
nuevo proyecto. Clasificamos los libros, ya más de 3.000, por autores y por
temas; compramos cajones de manzanas que adaptamos y embalamos; confeccionamos
carteles para cada una de las tres bibliotecas populares que estábamos creando
y hasta preparamos cuadernos de préstamos. Y así remitimos las primeras tres
bibliotecas por medio de un transporte que financiamos y felices, esperamos el resultado
comprometiéndonos a seguir asistiéndolas con nuevos envíos.
|
Segunda biblioteca popular de Bibliotecas Rurales Argentinas
fundada en 1963, en el Colegio Secundario de Salsacate.
|
¿Cuál fue la
respuesta?
Las primeras noticias fueron sumamente alentadoras: las
fundaciones eran un éxito, los lectores pedían libros sobre diferentes temas,
llegaban desde muy lejos a solicitar los libros en préstamos, a veces de hasta
dos leguas de distancia y los devolvían forrados.
La sensación por la realización de este proyecto es difícil de
describir, pero podría resumirlas como de una placentera alegría producto de
haber cumplido con un deber comunitario. Sin embargo, esa placidez no duró
mucho tiempo pues, al poco tiempo de aquellas primeras cartas, recibimos otras
provenientes de pueblos vecinos: Villa de Pocho, Tala Cañada y Cañada de Salas,
cuyos pobladores enterados de la buena nueva también nos solicitan sendas
bibliotecas para sus zonas.
Nos reunimos y luego de un largo cabildeo resolvimos que esta
comisión de amigos, que habíamos denominado Bibliotecas Rurales Argentinas,
ampliara sus objetivos y se dedicara a fundar bibliotecas populares en el oeste
cordobés.
Ya sin libros propios decidimos enviar un comunicado de prensa a
los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires, solicitando donaciones
para crear estas tres nuevas bibliotecas.
La respuesta fue muy generosa y decenas de donantes se sumaron y
nosotros, sin medios propios de movilidad, utilizando los públicos, buscamos en
diferentes y a veces remotos puntos de la ciudad cientos de libros, que
clasificamos y nuevamente enviamos en la misma forma que los anteriores.
El Proyecto crecía pero seguía complicándose: en otras provincias
también se leían los diarios de la ciudad de Buenos Aires y habitantes de
Trevelín de Chubut, Charata de Chaco, El Dorado de Misiones, se comunicaron con
nosotros pidiéndonos también fundaciones de bibliotecas.
¿Qué pasó a
partir de ese momento?
Así creciendo llegamos a 1988, cumpliendo 25 años de vida y ya con
500 bibliotecas fundadas. En aquel entonces dijimos, en la parte primera de la
Memoria: “La feliz y accidental causa que dio origen, a fines de 1963, a Bibliotecas Rurales Argentinas,
permitió formar una Entidad con características similares a la tierra que la
engendró: agreste y dolorosa en su crecimiento como las ásperas y bellas
serranías cordobesas, pero también pura y cristalina al igual que su cielo y
límpidas aguas. Así fue y es Bibliotecas
Rurales Argentinas, integrada por hombres y mujeres a quienes solamente una
férrea voluntad les ha permitido superar difíciles obstáculos…” y “…Nos
preocupan las grandes diferencias culturales existentes en nuestro país, que
dan origen a situaciones de marginamiento social y económico, en las cuales
quienes las padecen son totalmente ajenos. Tenemos el convencimiento que
acercándoles los elementos de capacitación esa condición se revertirá y nos
mueve solamente la Solidaridad, punto de encuentro cívico de los componentes de Bibliotecas Rurales Argentinas,
quienes profesan las más diversas confesiones e ideas políticas…”
¿Cuál es la
situación hoy 2017, después de 54 años?
Después de un largo camino podemos sentirnos muy orgullosos con:
- 1.171 bibliotecas populares fundadas, que funcionan
como filiales.
- 10 bibliotecas escolares.
- 1 biblioteca móvil.
- Aproximadamente 3.000 voluntarios en todo el país.
- Sede propia en la calle Godoy Cruz 2087, de la ciudad de Buenos Aires
- Creación de entidades similares en 7 países de América Latina.
- Organización de Bibliotecas Latinoamericanas.
- Delegaciones en varios puntos del país.
- Convenios con los gobiernos de 13 provincias.
- Convenios con organismos nacionales.
- Creación de la Editorial del Cardo.
- Biblioteca Virtual en Internet
Debo resaltar que los gastos de la asociación son cubiertos con cuotas de socios activos
y protectores, donaciones de particulares y ocasionales beneficios. Además un grupo de voluntarios trabaja honorariamente, entre
los cuales se encuentran varias bibliotecarias graduadas, del mismo modo que
los responsables de las bibliotecas y comisiones locales de apoyo. Estas, que
están ubicadas en diferentes sedes no erogan gastos administrativos y los
envíos son a cargo de los interesados. La publicidad es gratuita y en general
los gastos son reducidos.
Deseo mencionar otras
entidades creadas por Bibliotecas Rurales Argentinas a las que invito a visitar:
- Acción Cívica ( www.accioncivica.org.ar )
- Biblioteca Virtual Universal (www.biblioteca.org.ar )
- Cultura Argentina (www.culturaargentina.org.ar)
- Iguales asociaciones de Bibliotecas Rurales en Uruguay, Brasil, Ecuador,
Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y México (todas estas asociaciones
han sido creadas por Bibliotecas
Rurales Argentinas)
¿Ha tenido algún reconocimiento sobre la tarea cultural que viene
desarrollando durante tanto tiempo?
Con mucho orgullo y humildad debo reconocer que he recibido varios
reconocimientos oficiales y privados.
En primer lugar, Bibliotecas Rurales Argentinas fue considerada de
interés nacional por el Senado del Congreso de la Nación y luego declarada de
interés cultural por el mismo Organismo. Posteriormente Declarada de interés cultural por
Legislatura de la Ciudad Autónoma de la Ciudad Buenos Aires.
En 2010 la Legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires, distingue a Raúl Eduardo Irigoyen, Presidente de la Entidad, con
la designación de Personalidad Destacada de la Ciudad por su labor.
- Declarada de interés provincial por los gobiernos de las
Provincias de Buenos Aires y Catamarca, y por la Legislatura de la Provincia de
Río Negro.
- Apoyada por el Consejo Federal de Radiodifusión, desde 1980.
- Organismos públicos nacionales y de todas las provincias
argentinas, han solicitado y solicitan la asistencia de Bibliotecas Rurales
Argentinas, funcionando sus bibliotecas en municipalidades, colegios, escuelas
y clubes del INTA.
- Premio Nacional Al Mérito Agropecuario.
- El Gauchito de
Plata. Años 2001 y
2002. - Premio al Emprendedor Solidario 2006, otorgado por el Foro
Ecuménico Social
-En junio del año 2015 el Senado de la
Nación, en acto público efectuado en el Salón Azul del mismo, por tercera vez
vuelve a declarar de interés nacional a Bibliotecas Rurales y premia
especialmente a su presidente Raúl Eduardo Irigoyen “en virtud de su invaluable
aporte y en reconocimiento a su destacada trayectoria”.
Para finalizar esta
agradable y fructífera entrevista ¿cuál es su opinión sobre lo realizado?
Sin lugar a duda es mucho lo realizado, quizás puede parecer
imposible lo hecho con los escasísimos recursos que se lograron y podemos estar
satisfechos en parte; digo en parte pues tengo la sensación que es mucho aún lo
que resta por efectuar, y nuestra Entidad, como cualquier organización,
requiere un constante crecimiento y adecuación a las necesidades del momento.
Cuatro son los elementos vitales para el correcto funcionamiento de Bibliotecas
Rurales Argentinas: Voluntarios, libros, pedidos de fundaciones y recursos, en
la medida suficiente para el correcto desenvolvimiento de la Institución.