Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

lunes, 27 de marzo de 2017

BIBLIOTECAS RURALES ARGENTINAS, su origen … desde la magia de los cerros pochanos.


Nota publicada el 27/03/2017. Gladys Acevedo.

Salsacate, nuestro querido pueblo, cuya historia se hunde en el misterio de los tiempos, ha tenido la suerte de contar con personajes que aunque no se ven, se sienten.
Hoy quiero destacar al Dr. Raúl Irigoyen quien desde la soledad y el silencio, ha llevado a los cuatro vientos la esencia de este pueblo pochano a través de sus cuentos, sus poesías, y fundamentalmente con un profundo conocimiento de la región.
Hijo de uno de los fundadores de Villa Taninga, escritor y pintor, absorbió la magia del paisaje junto a sus personajes; y bajo el hechizo de la paz y la tranquilidad característica de Pocho, se inspiró para dar forma a un proyecto que creció a través de 54 años.
Mi agradecimiento y reconocimiento al Dr. Irigoyen por la labor cultural proyectada a nivel nacional e internacional, en la que Salsacate y su zona aledaña figuran como inspiradora de sus múltiples manifestaciones en el arte.


¿Cuántas veces, en nuestro recorrido por el pueblo, hemos leído el cartel que se encuentra junto a la puerta de entrada del Centro Educativo “Gral. José de San Martín”? Con letras atractivas y que resaltan en contraste con el color de las paredes, nos anuncia que en ese establecimiento educativo funciona BIBLIOTECAS RURALES ARGENTINAS. Pero… conocemos a ciencia cierta el origen de esta asociación sin fines de lucro? Probablemente la respuesta es incierta o negativa. En vista de esta suposición me dediqué a incursionar al respecto, con la enorme satisfacción de poder entrevistar a su creador el Dr. Raúl Irigoyen, Presidente de la Asociación mencionada, escritor y pintor.
Escuchar el relato del Dr. Irigoyen con su voz pausada entre la sustanciosa biblioteca y hermosos cuadros de su autoría, fue trasladarse en el tiempo. 

¿Cómo surgió este proyecto?

 Recuerdo que nos acercábamos al verano del año 1962 y hacía varios meses que el entonces Ministro de Economía Alvaro Alsogaray, creador de la frase “Hay que pasar el invierno”, abonaba los sueldos a los empleados públicos con bonos que, con gran dificultad, debían ser canjeados por dinero en efectivo y realizar malabarismos para poder vivir.
En aquel entonces yo era un modesto empleado en el Juzgado Nacional en lo Correccional letra J, ubicado en la calle Charcas (hoy Marcelo T. de Alvear) y Paraná; estudiaba abogacía y desde hacía muchos años era un incansable lector.
Agotado por esa situación económica y con algunos recursos ahorrados, pedí un mes de licencia sin goce de sueldo sumado al correspondiente por las vacaciones de enero, y a principios de diciembre partí rumbo a mi casa en la sierras de Córdoba, aquí en Taninga, cerca de Salsacate, en la Pampa de Pocho, con el deseo además de pasar un tiempo en pleno monte viviendo en carpa. Cumpliendo este proyecto me trasladé hasta un lugar llamado Río Las Águilas, al oeste de la provincia, adonde acampé durante varios días gozando de la paz serrana y de un riachuelo a cuya vera transcurrían las plácidas jornadas.
Se acercaba el 24 de diciembre y a fin de pasar las fiestas en mí casa me apresté a regresar y me despedí de una lugareña, la señora Teresa Cáceres de Moyano, en cuya vivienda me surtía de pan casero y otras vituallas y ahí comienza la historia…

Dígame don Raúl - me dijo la señora- usted que va a regresar a Buenos Aires, no podría mandarnos unos libros, así tenemos algo para leer durante el invierno –
El pedido me sorprendió, pero mi amor a los libros y un sentido de progreso social me hicieron decir - ¡Cómo no doña Teresa, pero más que unos libros podríamos formar una biblioteca, así leen también los vecinos! –
Mi interlocutora, mucho mayor que yo, me miró con aire de incredulidad y luego socarronamente, como los cordobeses responden a los porteños fabuladores me dijo, no creyendo en mis palabras.
-Y bueno…-
Entusiasmado con el proyecto regresé a mi casa de Taninga y se lo comenté a una maestra del lugar, la que me reprendió por pensar en otra zona para formar una biblioteca y no para el poblado, donde yo vivía, y concretamente me pidió la creación de una para la escuela local.
En los pueblos chicos las noticias corren velozmente y al poco tiempo ya el cura párroco de Salsacate estaba enterado de los proyectos y me visitó, pidiéndome otra tercera biblioteca para el Colegio que estaba creando.
Eso se complicaba, pero no podía negarme.
A fines de enero de 1963 ya había regresado a Buenos Aires y a los pocos días,  el 2 de febrero, con espíritu organizativo, reuní en mi casa a un grupo de amigos y compañeros judiciales,  a quienes interioricé del proyecto e interesados acordamos la fundación de una Asociación para la creación y mantenimiento de las tres bibliotecas mencionadas: Las Águilas, Taninga y Salsacate.

¿Cómo consiguieron los libros?

Prestamente aportamos libros nuestros libros y  para aumentar el fondo bibliográfico, compramos obras de segunda mano en las librerías de las avenidas Corrientes y Rivadavia.
El living de mi departamento se transformó en la sede de la nueva Entidad y allí entre camaradería e ilusiones juveniles, se fue forjando el nuevo proyecto. Clasificamos los libros, ya más de 3.000, por autores y por temas; compramos cajones de manzanas que adaptamos y embalamos; confeccionamos carteles para cada una de las tres bibliotecas populares que estábamos creando y hasta preparamos cuadernos de préstamos. Y así remitimos las primeras tres bibliotecas por medio de un transporte que financiamos y felices, esperamos el resultado comprometiéndonos a seguir asistiéndolas con nuevos envíos.

Segunda biblioteca popular de Bibliotecas Rurales Argentinas fundada en 1963, en el Colegio Secundario de Salsacate. 

¿Cuál fue la respuesta?

Las primeras noticias fueron sumamente alentadoras: las fundaciones eran un éxito, los lectores pedían libros sobre diferentes temas, llegaban desde muy lejos a solicitar los libros en préstamos, a veces de hasta dos leguas de distancia y los devolvían forrados.
La sensación por la realización de este proyecto es difícil de describir, pero podría resumirlas como de una placentera alegría producto de haber cumplido con un deber comunitario. Sin embargo, esa placidez no duró mucho tiempo pues, al poco tiempo de aquellas primeras cartas, recibimos otras provenientes de pueblos vecinos: Villa de Pocho, Tala Cañada y Cañada de Salas, cuyos pobladores enterados de la buena nueva también nos solicitan sendas bibliotecas para sus zonas.
Nos reunimos y luego de un largo cabildeo resolvimos que esta comisión de amigos, que habíamos denominado Bibliotecas Rurales Argentinas, ampliara sus objetivos y se dedicara a fundar bibliotecas populares en el oeste cordobés.
Ya sin libros propios decidimos enviar un comunicado de prensa a los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires, solicitando donaciones para crear estas tres nuevas bibliotecas.
La respuesta fue muy generosa y decenas de donantes se sumaron y nosotros, sin medios propios de movilidad, utilizando los públicos, buscamos en diferentes y a veces remotos puntos de la ciudad cientos de libros, que clasificamos y nuevamente enviamos en la misma forma que los anteriores.
El Proyecto crecía pero seguía complicándose: en otras provincias también se leían los diarios de la ciudad de Buenos Aires y habitantes de Trevelín de Chubut, Charata de Chaco, El Dorado de Misiones, se comunicaron con nosotros pidiéndonos también fundaciones de bibliotecas.

 ¿Qué pasó a partir de ese momento?

Así creciendo llegamos a 1988, cumpliendo 25 años de vida y ya con 500 bibliotecas fundadas. En aquel entonces dijimos, en la parte primera de la Memoria: “La feliz y accidental causa que dio origen, a fines de 1963, a Bibliotecas Rurales Argentinas, permitió formar una Entidad con características similares a la tierra que la engendró: agreste y dolorosa en su crecimiento como las ásperas y bellas serranías cordobesas, pero también pura y cristalina al igual que su cielo y límpidas aguas. Así fue y es Bibliotecas Rurales Argentinas, integrada por hombres y mujeres a quienes solamente una férrea voluntad les ha permitido superar difíciles obstáculos…” y “…Nos preocupan las grandes diferencias culturales existentes en nuestro país, que dan origen a situaciones de marginamiento social y económico, en las cuales quienes las padecen son totalmente ajenos. Tenemos el convencimiento que acercándoles los elementos de capacitación esa condición se revertirá y nos mueve solamente la Solidaridad, punto de encuentro cívico de los componentes de Bibliotecas Rurales Argentinas, quienes profesan las más diversas confesiones  e ideas políticas…”

¿Cuál es la situación hoy 2017, después de 54 años?

Después de un largo camino podemos sentirnos muy orgullosos con:
- 1.171 bibliotecas populares fundadas, que funcionan como filiales.
- 10 bibliotecas escolares.
- 1 biblioteca móvil.
- Aproximadamente 3.000 voluntarios en todo el país.
- Sede propia en la calle Godoy Cruz 2087, de la ciudad de Buenos Aires
- Creación de entidades similares en 7 países de América Latina.
- Organización de Bibliotecas  Latinoamericanas.
- Delegaciones en varios puntos del país.
- Convenios con los gobiernos de 13 provincias.
- Convenios con organismos nacionales.
- Creación de la Editorial del Cardo.
- Biblioteca Virtual en Internet
Debo resaltar  que los gastos de la asociación son cubiertos con cuotas de socios activos y protectores, donaciones de particulares y ocasionales beneficios. Además un grupo de voluntarios trabaja honorariamente, entre los cuales se encuentran varias bibliotecarias graduadas, del mismo modo que los responsables de las bibliotecas y comisiones locales de apoyo. Estas, que están ubicadas en diferentes sedes no erogan gastos administrativos y los envíos son a cargo de los interesados. La publicidad es gratuita y en general los gastos son reducidos.
Deseo mencionar otras entidades creadas por Bibliotecas Rurales Argentinas a las que invito a visitar:
- Acción Cívica ( www.accioncivica.org.ar )
- Biblioteca Virtual Universal (www.biblioteca.org.ar )
- Cultura Argentina (www.culturaargentina.org.ar) 
- Iguales asociaciones de Bibliotecas Rurales en Uruguay, Brasil, Ecuador, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y México (todas estas asociaciones han sido creadas por Bibliotecas Rurales Argentinas)

¿Ha tenido algún reconocimiento sobre la tarea cultural que viene desarrollando durante tanto tiempo?

Con mucho orgullo y humildad debo reconocer que he recibido varios reconocimientos oficiales y privados.
En primer lugar, Bibliotecas Rurales Argentinas fue considerada de interés nacional por el Senado del Congreso de la Nación y luego declarada de interés cultural por el mismo Organismo. Posteriormente  Declarada de interés cultural por Legislatura de la Ciudad Autónoma de la Ciudad Buenos Aires.
    En 2010 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, distingue a Raúl Eduardo Irigoyen, Presidente de la Entidad, con la designación de Personalidad Destacada de la Ciudad por su labor.
- Declarada de interés provincial por los gobiernos de las Provincias de Buenos Aires y Catamarca, y por la Legislatura de la Provincia de Río Negro.
- Apoyada por el Consejo Federal de Radiodifusión, desde 1980.
- Organismos públicos nacionales y de todas las provincias argentinas, han solicitado y solicitan la asistencia de Bibliotecas Rurales Argentinas, funcionando sus bibliotecas en municipalidades, colegios, escuelas y clubes del INTA.   
- Premio Nacional Al Mérito Agropecuario. 
- El Gauchito de Plata. Años 2001 y 2002.                                                         - Premio al Emprendedor Solidario 2006, otorgado por el Foro Ecuménico Social
-En junio del año 2015 el Senado de la Nación, en acto público efectuado en el Salón Azul del mismo, por tercera vez vuelve a declarar de interés nacional a Bibliotecas Rurales y premia especialmente a su presidente Raúl Eduardo Irigoyen “en virtud de su invaluable aporte y en reconocimiento a su destacada trayectoria”.


Para finalizar esta agradable y fructífera entrevista ¿cuál es su opinión sobre lo realizado?

Sin lugar a duda es mucho lo realizado, quizás puede parecer imposible lo hecho con los escasísimos recursos que se lograron y podemos estar satisfechos en parte; digo en parte pues tengo la sensación que es mucho aún lo que resta por efectuar, y nuestra Entidad, como cualquier organización, requiere un constante crecimiento y adecuación a las necesidades del momento. Cuatro son los elementos vitales para el correcto funcionamiento de Bibliotecas Rurales Argentinas: Voluntarios, libros, pedidos de fundaciones y recursos, en la medida suficiente para el correcto desenvolvimiento de la Institución.

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