Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

martes, 17 de mayo de 2016

SUSURRO DE PALMAS, poema de Gladys Acevedo en homenaje a los héroes traserranos





Susurros de palmas
dejó oir la pampa pochana
aquel 28 de abril de 1774
cuando la tarde mediaba.

Y a  los lejos,
desde todos los rincones,
el polvo se elevó hacia el cielo
como una plegaria.

Eran los valientes traserranos
al trote tranquilo en briosos caballos.
Teñido de esperanzas el pecho
en la plaza de Pocho se anunciaron.

“El común” se vestía de esperanzas
por fin habían sido escuchados.
“El común” estuvo presente
con Basilio Quevedo al frente
y doscientos traserranos para firmar
el pacto que tanto esperaron.

Las cuatro de la tarde
marcó el tiempo la campana.
Aleteo de palomas,
aplausos y cantos
llenó la plaza el común
con su grito libertario.

Con el alma hecha brisa
regresaron a sus hogares
creyendo en la palabra
que entre todos pactaran.

Y el tiempo voló sobre la pampa.
Escondida quedó la promesa
en un papel amarillento
que casi se perdió en el viento.

Cruzaron las Altas Cumbres
a paso muy lento,
pretendían llevar su voz
ante el Cabildo y el clero.

Los acusaron de rebeldes,
forajidos  muy crueles,
porque defendieron su dignidad
ante abusos permanentes.

Solo dieciséis ingresaron
como viles prisioneros.
Entregaron sus lanzas y facones
bajo miradas acusadoras

Y en la sala del Cabildo
la voz del común fue amordazada.
Entre rejas y olvido
quedó escondida durante dos siglos.


La voz de “El Común”  ha vencido el silencio.
La verdad resplandece, inmutable,
sobre la sangre de sus descendientes.
El arrojo de los valientes, enmudecido,
hoy glorifica este presente.

                                                                             Gladys Acevedo
                                                                             Poeta Pochana

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