Cerro Ciénaga. Fotografía: Alejandra Ferreyra.

miércoles, 27 de abril de 2016

VILLA DE POCHO FESTEJANDO LOS 242 AÑOS DEL "PACTO DE LOS CHAÑARES"


Amigas y Amigos:

                     Vuelvo a publicar el artículo de mi autoría del 27 de abril de 2015, recordando esta fecha que marca un hito en nuestra historia local y que prácticamente se encuentra olvidada. 
               También encontrarán en el blog otros artículos referidos al tema impregnándonos de hechos que fueron reflotados de manera sustancial por la escritora Isabel Lagger, a quien debemos agradecer por la labor que ha realizado durante varios años, con el objetivo de sacar a la luz, este hecho que tuvo lugar justamente en nuestro territorio.
                       Es mi deseo que disfruten y se empapen de la valentía de nuestros héroes traserranos.
                                                                        Cordialmente
                                                                                            Gladys Acevedo




  Hace 242 años entre la frondosidad de la pampa pochana, cruzando caminos de herradura, -hilos comunicantes entre parajes y ranchos diseminados entre la bravura serrana-, cabalgaban desde diferentes puntos, los valientes moradores del Curato de Traslasierra con la esperanza prendida en sus pechos. El lugar de reunión, Villa de Pocho.

   Veinticinco días atrás, la situación se había tornado irreversible. Los hechos se fueron encadenando: primero, el descontento por el reemplazo del cura Simón Tadeo Funes y la negativa de la feligresía a aceptar a su reemplazante, luego la resistencia de los milicianos que suponían terminaría con su traslado compulsivo como pobladores de la frontera sur; y por último, su negativa a realizar las guardias en dicha frontera. Todo esto hizo que a comienzos de 1774 los moradores se reunieran en juntas, y se conformaran en lo que se llamó la voz del común. De este modo, con objetivos claros presionaron en forma organizada y con las armas en la mano para obtener sus reivindicaciones.

CONTEXTO HISTÓRICO

   Las características particulares de esta región y de la gente, impulsaron el desarrollo de estos acontecimientos. Traslasierra se encontraba relativamente asilada de la cabecera de la jurisdicción por el cordón montañoso de las Altas Cumbres, pero con una intensa vida económica como lugar de invernada de mulas, con lazos económicos con el norte y con el oeste de las sierras. Además, era una zona de densa población indígena antes de la conquista y que desde muy temprano mostraron gran resistencia frente a los abusos de  los encomenderos. Paralelamente a estas características, debemos considerar los enfrentamientos que en ese entonces existían con las autoridades religiosas, militares y políticas -diferentes miembros del Cabildo, alcaldes, alcaldes de la Hermandad jueces pedáneos, comandantes de armas y curas-. Estas tensiones fueron utilizadas por los sublevados a su favor.

   Debemos recordar que en 1774, Córdoba pertenecía al Virreinato del Perú, por  lo que el poder político estaba prácticamente en manos del Cabildo y las camarillas locales. La sociedad cordobesa estaba polarizada principalmente por la expulsión de los jesuitas, en 1767.

La sublevación del común.

   El rechazo por parte de la feligresía al nombramiento del cura encargado de la parroquia de Pocho en 1774 se dio en ese clima de crisis en general, y fue uno de los desencadenantes de los conflictos que se sucedieron en Traslasierra. Pero lo que tuvo mayor relevancia en esta sublevación fue la arbitraria política de control de la población y los traslados forzosos a la frontera sur. “Las fronteras eran defendidas por los vecinos como milicianos y con recursos siempre insuficientes. A eso se sumaban los traslados de familias enteras como pobladores – los fuertes también eran denominados presidios – ya que una de las formas era mandar allí a los reos”, “a ración y sin sueldo”, muchas veces acompañados por sus familias. [1]

   Según la investigación de Ana M Puntas , existen múltiples testimonios, detallados en expedientes judiciales que muestran el desarrollo de los acontecimientos, que dan cuenta que la causa del levantamiento había sido el temor de  los milicianos a que los llevaran engañados para dejarlos desterrados y sin cabalgaduras en el fuerte de Las Tunas. A través del siguiente relato podemos imaginar la situación que vivían, determinándose el primer hecho contundente de sublevación:

   En abril de 1774, el Maestre de Campo Isasa había convocado a la gente a reunirse en la Laguna de Pocho para de allí ir a “correr la frontera”. Fue entonces que un soldado de mote Piquillín, habría saltado sobre la grupa del caballo de Isasa, lo habría tirado al suelo y quitándole las armas lo llevaron preso junto con dos de sus capitanes, al paraje de la Punta de Agua, al parecer con intención de trasladarlo a San Luis de la Punta.”[2]

   Con el apresamiento de Isasa por parte de “el común”, las autoridades de Córdoba designan al Maestre de Campo General de la Plaza don Juan Tiburcio de Ordóñez, Alcalde de la Hermandad, como Comisionado para pacificar a los revoltosos. Ordoñez partió hacia Traslasierra con 47 soldados, un capitán, cuatro sargentos y un cabo. El 23 de abril, en el paraje de La Ciénaga, envió una nota a los apellidados el común, para que volvieran a la tranquilidad, y mientras estuvieran subordinados serán oídos.

   Durante cuatro días, circularon cartas y esquelas entre Ordoñez, el juez pedáneo Tordesillas y el cura Rodriguez por un lado, y Basilio Quevedo por el otro;  hasta que el 28 de abril de 1774, en Los Chañares, el común con Basilio Quevedo a la cabeza,  proceden a la entrega de una petición de ocho puntos :

1-    Destierro de Isasa y de Tordesillas, dándoles un mes para que abandonaran la jurisdicción, junto con sus familias y bienes. Ordoñez acordó  pero extendió el plazo a Isasa por tres meses.
2-    “no ha de governar este valle ningún hombre europeo…” a lo que Ordónez agregó “….sin perjuicio de las facultades del Cabildo…”relativizando el alcance de lo solicitado.
3-    “…no combiene que haiga maestre de campo en este valle…” Ordoñez aceptó pero agregó “ … sin que se entienda contravenir a las disposiciones de los gobernadores de esta provincia…”
4-    Que fuera el Sargento Mayor Quevedo el que nombrara a los capitanes y que quedara a su disposición “…quitar y poner otros al gusto de su gente…” Ordoñez otorgó pero agregó que Quevedo debía presentarle la lista de los designados para que “…por el gobierno de Armas si conviniese, se le despachen los títulos…”
5-    El común pedía que se les extendieran facultades a los capitanes para que pudieran “… entender en lo civil cada uno entre su gente, y que ningún Juez pueda entrar sin pedir auxilio a los capitanes o jefes de su compañía…”  y que “…haciéndolo se lo darían…” Ordoñez alegó no tener facultades para otorgar esto, ya que lo eran del Cabildo ….
6-    Que el Sargento Mayor Diego Moreno no pudiera ejercer ningún cargo, lo que fue otorgado
7-    Que se les dieran las armas que tenían pagadas a Isasa, quien había recibido su importe en plata y caballos, agregando Ordoñez que lo haría una vez que “….se hubiera sosegado el común se retire cada qual a su casa…”
8-    El pedido general para que nos se los culpe a ninguno ni haia cargo ninguno tiempo haber levantdo este común de voz pública lo levanto el Maestre de Campo Don Joseph de Isasa como consta por los señores vicarios: común”[3]

   Al culminar el encuentro, Ordoñez garantizó lo firmado como Maestre de Campo firmando el tratado con dos testigos, y una vez visto lo que se les concedía, los del común “…. Se dieron por satisfechos y rindiendo las armas prorrumpieron en vivas al rey afirmando estar dispuestos y rendidos y obedientes a cuanto se les mandase…”[4] Además aceptaron devolver las armas que habían quitado a Isasa y Tordecillas.

   Apunta Ana Inés Puntas que Ordoñez permaneció en Traslasierra, y desde finales de abril hasta mediados de julio levantó sumarias informaciones a vecinos y a participantes de las “juntas”, lo que evidenciaba su falta de intención de respetar lo firmado, y que no daba por terminado el conflicto.

  Fueron muchos los protagonistas de este hecho histórico, hombres sufridos y oprimidos que dejaron su huella indómita en la inmensidad de la pampa desde Ambul, Panaholma, Nono, Las Tapias, y de tantos lugares diseminados por el valle de Traslasierra, hoy sólo nos ha quedado un puñado de nombres.
Valientes serranos hoy los homenajeamos haciéndolos surgir del olvido como ejemplo de valentía, de honor, de entrega y en defensa por la dignidad.

Basilio Quevedo
Eugenio Heredia
Cipriano Hurtado de Lara
Bartolomé Gallardo
Manuel Gallardo
José Cuello
Francisco Rivarola,
Bernardo Urquijo
Luis Arana
Mateo Cejas,
Inocencio Villafañe
Pedro Juan Balla
Domingo Olmedo
Ignacio Núñez
Ignacio Quevedo
Policarpo Cuello
Agustín Olmedo






[1]ANA INÉS PUNTA: Levantamientos a voz del común en Traslasierra e Ischilin. Córdoba 1774-1775.
[2] IDEM.
[3] ANA INÉS PUNTA: Levantamientos a voz del común.
[4] AHPC Gob.5, carpeta 4, Exp. 28, ff. 250r-251v.

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